Volvemos al punto de inicio , pero con todo más cargado de tensión, adrenalina y urgencia. Este partido no solo define quién se pone a un triunfo de la gloria: puede marcar el giro definitivo en la historia de una franquicia.
Los Thunder, dueños del mejor récord en la etapa regular y prácticamente insuperables en casa , saben que este es su instante. Tienen la localía, el impulso sensible de una remontada heroica en Indianápolis y a una afición hambrienta de su primer título NBA.
Shai Gilgeous-Alexander, el alma de OKC, dirigió la resurrección en el cuarto partido con una actuación de leyenda : 35 puntos —15 de ellos en los últimos 4 minutos— para silenciar el Gainbridge Fieldhouse. Lo hizo sin repartir asistencias, algo que no se veía en una Final desde los días de Jerry West. Jalen Williams se sumó al festival con 27 unidades , y el trío interior encabezado por Chet Holmgren (14 puntos, 15 rebotes) impuso respeto en la pintura.
La serie prosigue el libreto de las grandes epopeyas: Indiana pegó primero en suelo extraño , los Thunder respondieron con autoridad, y después los Pacers retomaron la iniciativa con un triunfo duro en casa que los puso a puntito de quiebre… hasta que OKC dio un golpe de campeón. Un parcial de 12-1 en los últimos minutos del cuarto juego selló el empate y devolvió a los locales la ventaja de campo.
Los Pacers, dirigidos por Tyrese Haliburton y Pascal Siakam, procuran hacer historia en su segunda aparición en unas Finales NBA. Llegaron desde el cuarto puesto del Este, vencieron a los Knicks en seis partidos y sueñan con romper el maleficio: jamás han ganado un campeonato en la NBA, si bien sus vitrinas todavía relucen con los tres títulos de la ABA.
Por su lado , los Thunder, retornaron a esta altura por primera vez desde 2012, cuando un joven trío de Durant, Westbrook y Harden ilusionó al mundo. El día de hoy , la novedosa generación tomó el testigo. No tienen anillos, pero sí apetito , talento y una localidad entera empujando desde la primera fila.
Esta noche, en Oklahoma City, no hay margen para el fallo. La serie se reduce en este momento a un mejor de tres. Y el quinto juego, con toda su carga simbólica y deportiva, puede decidirlo todo.